jueves, 13 de febrero de 2014
Un caso, un debate e indignación social
Hace un cuarto de siglo la alta marea, con ondas similares a las de un tsunami, llegó con el título de “reforma de la salud” basada en “libre mercado” a las playas del continente suramericano.
Este sistema básicamente tuvo como lema “entre menos servicios se den al cliente mayores ganancias obtendrán los comerciantes de ese negocio”. Con el argumento de la ineficacia de los gobiernos de proveer servicios de salud pública a la población, las instituciones bancarias internacionales exigieron que estos países privatizaran y mercadearan los servicios de la salud.
En 1993 el Banco Mundial prestó dinero a las aseguradoras privadas para que invirtieran en la salud pública, responsabilidad de los gobiernos, y la convirtieran de esta manera en servicios de salud privada. Los políticos en su momento acogieron este mandato y se proclamaron reformadores de la salud, con miras a perpetuarse en el poder, a través de los votos del pueblo. No han escarmentado y continúan esa prédica porque saben que la memoria colectiva es nula y porque saben que tampoco la prensa ni los medios masivos de publicidad los denuncian.
Las aberraciones subsiguientes: “el carrusel de la muerte” condenó a muchos pacientes de edad mayor de 65 años a la espera con la frase “quieto en primera” para no tener que invertir en el costo de uno o dos días de cuidado intensivo después de una colecistectomía (operación de extirpación de la vesícula biliar inflamada) en un paciente mayor.
El caso de la paciente Camila Abuabara, de tan solo 24 años de edad y a quien un trasplante de medula ósea plenamente indicado como tratamiento curativo en su momento preciso se negó, es un ejemplo de la utilización de la frase clave del negocio de la salud inicialmente utilizada para implantar el sistema de Health Maintenance Organization (HMO por sus siglas en inglés), equivalente a Medicina Gerencia da. Con la magnanimidad que se quiere poner al frente de la opinión pública al aprobar la remisión de esta paciente para un tratamiento aún experimental en el exterior atendiendo la solicitud del ministro (no médico) de Salud, el sector del comercio de la misma desea perpetuar su permanencia y no permitir que el Estado sea el que deba manejar la salud de sus ciudadanos.
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